¿El “Dictador Cool” que Todos Quieren? ¿Entre la Admiración y la Pérdida de Derechos?

 


Mientras almorzaba, escuché a varios de mis compañeros conversar sobre Nayib Bukele. Sus comentarios estaban cargados de elogios hacia el llamado “presidente millennial”, especialmente por su postura firme frente a las organizaciones de derechos humanos que critican sus métodos para encarcelar a presuntos criminales.

Uno de los momentos más comentados fue cuando Bukele respondió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con la frase: “Si tanto defienden a los criminales, vengan a buscarlos o déjennos trabajar, porque esos criminales no respetan los derechos humanos de nuestros ciudadanos”.

El grupo, conformado por jóvenes menores de 30 años y de distintas nacionalidades latinoamericanas, expresaba admiración por quien llamaban "el presidente más cool del mundo mundial", manifestando su deseo de tener en sus países un gobernante similar. Para ellos, Bukele es, sin duda, “el crack de los presidentes”. Lo que me genero la curiosidad si nuestros jóvenes quieren realmente un Papá Bukele y si realmente las organizaciones de DDHH defiende a los delincuentes.

¿Queremos un presidente que pueda encarcelar sin pasar por la justicia?

Más de 70,000 personas han sido arrestadas en El Salvador, muchas de ellas sin pruebas sólidas, únicamente por su perfil social o por residir en zonas estigmatizadas. Son detenidas sin que se presenten evidencias que sustenten los presuntos delitos. Las reformas penales han permitido audiencias colectivas con cientos de personas, detenciones sin acceso a defensa legal, y la imposición de prisión preventiva sin una justificación adecuada (Human Rights Watch, 2023). Lo más alarmante es que miles de personas inocentes han sido víctimas de detenciones arbitrarias bajo el mando del llamado “Dictador Cool”.

Se han documentado tratos inhumanos en cárceles, torturas físicas, negación de alimentos, falta de atención médica y más de 150 muertes bajo custodia estatal. (Amnistía Internacional 2023). Agravado por la propia declaración del propio fiscal general que “asegura que al menos el 10% de los arrestados son personas inocentes”.

¿Queremos un presidente con acceso a nuestra privacidad y que restrinja nuestras libertades?

Desde marzo de 2022, El Salvador vive bajo un estado de excepción que ha sido prorrogado repetidamente. Esta medida de la llamada “guerra contra las pandillas”, ha dado lugar a graves denuncias por violaciones a los derechos humanos.
Bajo este régimen, se han suspendido derechos fundamentales como la inviolabilidad del domicilio, el derecho a la defensa, la libertad de asociación, y la prohibición de intervenir comunicaciones sin orden judicial (PNUD, 2023). Esto ha abierto la puerta a allanamientos sin garantías, detenciones arbitrarias, restricciones a la reunión pacífica y acceso no autorizado a nuestros teléfonos. Todo ello, en nombre de la seguridad, bajo el control de un autócrata pop.

¿Represión a la prensa y vigilancia digital más militarización y coacción?

En febrero de 2020, Bukele ingresó al Palacio Legislativo acompañado de militares armados, exigiendo la aprobación de un préstamo para seguridad pública. Esta demostración de fuerza fue ampliamente interpretada como un acto de intimidación al poder legislativo. De la misma manera, diversos medios y periodistas han denunciado campañas de intimidación, acoso judicial, amenazas en redes sociales y vigilancia ilegal. Se documentó el uso del software espía Pegasus contra periodistas salvadoreños. (RSF,2023).

Aunque Nayib Bukele fue electo democráticamente y ha logrado reducir los índices de criminalidad, su forma de ejercer el poder presenta claras características de autoritarismo, donde las elecciones existen, pero las libertades y el Estado de Derecho se deterioran. Su gobierno ha sido denunciado por violaciones sistemáticas de derechos humanos, debilitamiento de las instituciones, y concentración excesiva del poder.

Las denuncias no provienen únicamente de sus opositores políticos, sino de organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional, la CIDH, la ONU, Freedom House y Reporteros Sin Fronteras, que alertan sobre el retroceso democrático en El Salvador.

¿Aun quieres un quieres a un dictador cool?

Publicar un comentario

0 Comentarios